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¿Cómo está tu salud mental y cómo puedes mejorarla?

Como marco de referencia, vamos a partir de la definición de salud dada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1946[1]: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».  En esta definición se reconoce la dimensión mental, física y social de la salud.

En cuanto a la salud mental, la OMS (2001)[2] ofrece la siguiente definición:  «La salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida[3], de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad».  La salud mental positiva es un estado de bienestar caracterizado por sentirse bien, tener relaciones plenas y ser capaces de gestionar los problemas.

Para conocer qué puedes hacer para mejorar tu salud mental, lo primero que debes saber es cómo funcionan las conexiones que hace tu cerebro cuando te sientes estresado e identificar qué hábitos se han ido instaurando mediante rutas neuronales de respuesta a estímulos y en cuáles puedes crear nuevos patrones que permitirán sustituir y/o mejorar algunos hábitos que influirán positivamente en tú bienestar.  Te invito a que realicemos un pequeño recorrido por el maravilloso mundo de nuestro cerebro, de esta manera comprenderás como el 80% de las veces las cosas que hacemos repetidamente se instauran como rutas, lo que hace que funcionemos de forma automática.  Piensa cuando aprendiste a conducir: inicialmente estás muy atento al embrague, freno, acelerador, caja de cambios y todo lo asociado a esta actividad, pero después de mucha práctica, lo aprendes y lo haces de manera automática, entonces tu atención frente a la actividad ya no es tan alta, porque tu celebro lo incorporo a una de las tantas rutinas que ha adquirido por medio de la repetición.

 Cuando estamos sometidos a mucha presión y no logramos canalizar este estrés, los efectos se ven reflejados en los sistemas inmune, digestivo, circulatorio, respiratorio y musculoesquelético.  La evidencia de que estos síntomas se están somatizando son dificultad para dormir, baja concentración, dolor de cabeza, opresión en el cuello y la mandíbula, nudos y espasmos en el cuello y los hombros, malestar estomacal, entre otros.  Estas son algunas de las partes del cuerpo que se ven afectadas cuando nuestros niveles de estrés están altos.

 A nivel cerebral, cuando estamos en un estado de estrés o alerta sostenida en el tiempo, se frena la capacidad de tu organismo para regular la inflamación y por eso nos volvemos más vulnerables para contraer infecciones ya que se generan altos niveles de cortisol, es decir un cerebro estresado se inflama [4]. 

 Ahora pregúntate: ¿Cómo canalizo mi estrés?, ¿Qué mecanismos tengo disponibles para gestionarlo? Para ayudarte a responder estas preguntas y que puedas identificar los aspectos personales a trabajar, revisa lafigura 1,la cual indica en la parte superior el florecimiento (Teoría desarrollada por Keyes (2002). Florecer significa vivir dentro de un rango óptimo del funcionamiento humano, uno que connota la bondad, generatividad, el crecimiento y la capacidad de recuperación. En la parte inferior está la languidez (Falta de fuerza, energía o vigor de alguien o algo. Falta de ánimo, lasitud). Para utilizar el cuadrante identifica que tipo de emociones te acompañan en un día frente a eventos que te producen estrés y de igual forma revisa si estás manifestando algún síntoma asociado a la descripción de las enfermedades vinculadas al sistema inmune. Este pequeño ejercicio te permitirá tener una aproximación a tu estado de salud mental.

 Figura 1

 


Adaptado de Keyes, 2002. Keyes, C.: The mental health continuum: From languideshing to flourishing in life, Journal of Health and Social Behaviour, 43, 2002, pp. 207-222

La salud mental se puede ver afectada por lo emocional (Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira) de igual forma por las creencias (Estados de la mente en los que uno supone que algo es verdadero o probable, limitantes o pensamientos irracionales), entonces ahora puedes preguntarte, ¿Cómo reaccionas cuando recibo una noticia negativa?, ¿Tiendes a percibir las dificultades como problemas, u oportunidades?, ¿Te quedas dando vueltas en los sucesos o en la búsqueda de soluciones?

En muchas ocasiones el estrés es percibido como algo negativo, pero no siempre es así. Debemos comprender que el estrés es un componente natural de nuestra vida y que es la respuesta que hemos tenido de manera evolutiva frente a una amenaza ambiental que pone en peligro nuestra supervivencia y por la que se activa la respuesta de bloqueo, lucha o huida. En este sentido, siempre vamos a contar con este componente pues es el que nos permite reaccionar rápidamente ante una circunstancia peligrosa, se le conoce como Estrésoestrés positivo. Sin embargo, también puede ocurrir que en ausencia de una amenaza real se active el mismo mecanismo de respuesta solo con un pensamiento negativo, pues nuestro cerebro no distingue entre la amenaza real o la imaginaria. Cuando de manera permanente nos encontramos en situaciones donde de estrés, ya sea por una alta carga laboral oemocional,hayun sobreesfuerzo con consecuencias de desgaste físico y emocional conocido como distrés o estrés negativo.

 Ahora conozcamos tres fuentes que pueden aumentar el estrés. Estas categorías ya fueron clasificadas en España como peligro psicosocial. [5] La primera de ellas es latecnofatiga,la cual es un tipo de tecnoestrés que afecta negativamente a quien la padece, causando una sensación de malestar físico y mental muy desagradable como consecuencia de un uso excesivo de las tecnologías de la Información y la comunicación (TIC). Concretamente, la persona que desarrolla la tecnofatiga se siente propiamente fatigada, esto es, muy cansada tanto a escala corporal como psíquica y con una falta de energía y motivación causada por el estrés emocional. La tecnofatiga es un estado de agotamiento total que se origina por la exposición, el consumo y el uso inmoderado, exagerado y continuo de la tecnología.

La segunda es el tecnoestrés [6] en donde la persona experimenta altos niveles de activación fisiológica no placentera, y siente tensión y malestar por el uso presente o futuro de algún tipo de TIC cuando no la sabe manejar.

 Por último, la tecnoadicción [7] que es el deseo incontrolable de estar conectado a las TIC a todas horas, y un comportamiento que puede causar malestar y un deterioro en la vida del individuo.  Es un fenómeno relativamente nuevo, que suele describirse como la incapacidad de controlar el uso de diversos tipos de tecnología, en particular internet, los smartphones, tabletas y redes sociales.  Los síntomas frecuentes son:  comprobación compulsiva de mensajes de texto y chats, ansiedad y estrés al quedarse sin acceso a internet o los dispositivos tecnológicos, aislamiento social, pérdida de interés en actividades que no involucren un ordenador, teléfono o u otras fuentes de acceso a tecnología.

 La buena noticia es que podemos hacerle frente; para esto, primero debes identificar y reconocer si tienes alguna característica de las mencionadas en este artículo.  Algunas cosas que podrían ayudarte con ese propósito es programar tus horarios de conectividad, realizar otro tipo de actividades en tu tiempo libre, tomar tiempo para descansar después de usar el teléfono y, cuando estés trabajando, dejar espacios sin el uso del WhatsApp, esto te permitirá aumentar tus niveles de atención.

En cuanto a cómo canalizar el estrés generado por otras fuentes, puedes hacer otras cosas como escuchar música; un estudio demostró que baja los niveles de cortisol y aumenta los de oxitocina. Incluye en tus rutinas la meditación y el mindfulness[8].  Realiza alguna actividad física y, para que ésta tenga el impacto que necesitamos, hazla como mínimo tres veces por semana.  Y, por último, entra en modo offline cuando estés con los tuyos:  Las cosas buenas suceden en la vida real, ya que el mundo virtual te ofrece gratificación instantánea pero que al final, es muy volátil.

 Escrito por:


María Constanza Monedero Soler

Psicóloga, especialista en salud ocupacional y gerencia de Talento Humano. Certificada como coach organizacional y practitioner en gestión de cambio Prosci. Cuento con 18 años de experiencia en diferentes áreas del proceso de recursos Humanos y transformación de cultura organizacional y Seguridad y Salud en el Trabajo. 

Experiencia en Colombia, Perú, Guatemala y España en procesos de desarrollo talento humano, evaluación de desempeño, riesgo psicosocial, desarrollo de módulos de capacitación y selección, evaluación de cultura organizacional; así como, el diseño e implementación de estrategias de fortalecimiento de cultura en seguridad SST.

[1] Constitución de la Organización Mundial de la Salud (1946) [2] OMS (2006), Salud mental: fortalecer nuestra respuesta — Nota descriptiva n.º 220. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/ factsheets/fs220/es/ [3] Por ejemplo, el estrés derivado del trabajo, el hogar, la familia, etc. [4] Marian Rojas Estapé. Encuentra tu persona vitamina. Editorial: Espasa.25 agosto de 2021 [5] Evaluar los riesgos con el teletrabajo. Oikonomics: Revista de Economía, Empresa y Sociedad. 2015; 4: 38-51 [6]https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1578-25492018000100018&lng=es&nrm=iso&tlng=es [7] Cuervo Carabel, T., Orviz Martinez, N., Arce García y Fernández Suárez, I (2018). Tecnoestrés en la sociedad de la tecnología y la comunicación [8] Thích Nhất Hạnh El Milagro de Mindfulness. Editorial Planeta.2019

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salud mental, estrés, tecnoestrés, tecnoadicción